domingo, 4 de julio de 2010

3 y 3 y 3 y 3.

Se cayó en lo eterno:


Levanta la vista hacia el techo de inconsistente, pensando en que sería un ventaja observar los detalles y pormenores, lo oculto, lo visible, las encandilaciones, las gamas de colores, incluso la monotonía de color o la falta de este. Se va a enfrentar al cielo, a la fuerza de gravedad e incluso al cinismo. Lo piensa y eso se convierte en una carga que se aloja incómodamente en su espalda; es demasiado. Tiene que empezar. Ya sabe los pasos, sabe los ciclos, las fases, las etapas; cada acción puntualizada, precisa y específica. Corre, se concentra, remonta vuelo. Se vincula. Se diluye. La luz lo asesina. Se suceden momentos resplandecientes, que inundan y tragan. Se envuelve en el vacío. El contacto desató el vacío. Las imágenes también se suceden, imágenes de cosas que no entiendo, que nunca vio; no debería haber comenzado nunca. Impidió la desenvoltura natural, se convirtió en un obstáculo.