Caen sin parar las gotas hasta que, irremediablemente, se encuentran en el suelo, se acomodan, se expanden, se vuelven imborrables aunque se borren.
El sangrado no para. Los transeúntes confundidos como niños que agotaron su imaginación durante la tarde, intentan detener el sangrado; lo atienden de manera desesperada,
agolpeándose a su alrededor,
chocándose,
compitiendo
por ver quien heredó la solución más original para detener la hemorragia de lo que se escurre pero tiene que estar dentro de venas.
Su ropa. Su ropa roja. Su grito rojo. Su pedido rojo.
Se escurre
el rojo
y no se puede
parar más.
Aunque no quiera su rojo.
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5 vaso/s de agua:
Por qué escribís tan lindo?
Desesperación pura, todo el detalle me imaginé.
Saludos para voce (:
Me gusta mucho, y me encantó el formatito de los renglones. Te quedó genial.
María José, esto me gusta! (eso digo, como tu niño que soy)
me gusta como escribis
mm interesante lugar
un saludo
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