Inconscientemente:
Luz, oscuridad, luz, de nuevo oscuridad, un baile incesante en el que se intercalaba la pesadez del silencio y la negrura con una radiante inundación de luz. El tren pasaba por al lado de un bosque de árboles tupidos que tapaban el sol, pero cada tanto, en una regularidad casi sospechosa, unos rayos de luz se colaban por entre la vegetación. Pero, realmente, esa monótona escenografía no era lo único que tenía sólo dos opciones que cambiaban constantemente, porque mis pensamientos también. Positivismo y negativismo, blanco y negro, calor y frío, ¿no?, ¿sí?... Lo único que seguía ahí, estático, intacto, era el vacío. Un hueco, ¿había habido algo llenándolo, o siempre había estado ahí, prácticamente invencible? Cada tanto, en ese interminable viaje, yo pensaba que había sido una buena idea la de alejarse de todo y viajar sin rumbo para llenar ese vacío, pero después toda la aceptación hacia esa decisión se nublaba y sólo podía pensar que era una idea, por demás, estúpida ¿Un simple viaje en tren arreglaría todo? No, claramente no. Los pensamientos me aplastaron hasta que me dormí.
La estación, la gente, las valijas, el suelo, el cielo, las conversaciones, los rotosos bancos, el viento azotando, los carriles. El viaje había terminado. Al menos el viaje en tren. Salí en un estado de confusión y estupor. Caminé sin parar, por calles de tierra, por veredas, pisé charcos, hojas ¿Y esas gotas? Unas finas gotas que se internaban por entre mis prendas caían desde aquellas grises e intimidantes nubes que se extendían sin límite a través del cielo ahora oscurecido. Había perdido la noción de completamente todo lo que había a mi alrededor, todo era ajeno a mí. Por eso cuando caí en la cuenta de lo que pasaba me afectó tan fuertemente. El hecho es que era libre. Libertad de verdad. No era la superficial libertad de hacer cosas prohibidas de forma oculta, esto iba en serio. Y el vacío no se fue, pero se llenó, me sentía llena, en un incontrolable estado de éxtasis y estupefacción. Libre de gente, libre de cosas materiales, de conflictos, libre de las vidas de otro pesándome en los hombros. Tal vez mi inconciente sabía que easí sería mi desenlace. Uno lleno de libertad. Libertad. Un vación que se había llenado. Y de nuevo, libertad. Era una sensación vertiginosa.
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1 vaso/s de agua:
Me gusta mucho como escribís
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