martes, 10 de agosto de 2010

t r e i n t a y n u e v e

Desde las torres de marfil, con ventanas empañadas por las lágrimas y los suspiros evaporados, observan a los vasallos, a sus pestañas distraídas, sus risas indelebles. Humaradas de grandeza los rodean, todo se nubla, junto con los fantasmas de presentes ignorados, olvidados, casi ridículos, pero aún así miran sus reflejos en los espejos agrietados, donde se escurren las miradas cristalinas. Son solamente tres, tres pares de ojos tendenciosos, se miran de reojo, no se tocan, pero sus inhalaciones se acarician, para no interrumpir el resguardo del ambiente.
Se retiran los animales que asesinan sus carnes, destruyen los tejidos de sus almas. Coreografía paulatina... Sus suspiros crecen como hojas, se ramifican, crece un álamo robusto, cree, se adentra en los confines de las torres, los libera. Matanza ensordecedora... 

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