miércoles, 4 de agosto de 2010

Treinta y siete.

Gracia delicada y frágil:


Se deshacía entre las sábanas. Se separaba en millones de partes mientras estaba entre sueños. Se despertó y se reconstruyó, de la nada, como un golpe, se encontró totalmente completa, entre almohadones y frazadas. Desaliñada y pura; se levantó todavía un poco inconsciente y se dirigió al baño. El frío fue como un segundo golpe que la despertó completamente. Sin nada, sin orden, arreglos, maquillaje, su belleza expuesta, su belleza vulnerable, su belleza sin tapujos, hermosa como era, sin nada ajeno a ella. Se miró en el espejo, no sabía qué pensar mientras revisaba su reflejo de arriba a abajo. Abrió la ducha y mientras esperaba a que el agua se calentara, se despojó de las ropas que había usado al dormir, la ropa que la recubría, sus poros entraron en total contacto con el aire, su piel en libertad. Se metió en la ducha intentando no tocar la fría loza de la bañera con las piernas. Entró en contacto con la lluvia artificial de su baño y se revolvió el pelo. Aromas espesos, colores que se sentían fríos. Repasó el contorno de su cuerpo con las palmas abiertas; siempre lo hacía...tal vez para descubrirse a sí misma, una y otra vez. Se abrazó, estiró sus brazos, se refregó los ojos, sacudió su pelo y lo revolvió de nuevo. Observó las heladas gotas de condensación que se formaban en la pared tocó cada una con sus dedos finos, bailarines, curiosos; las gotas, esos cúmulos de agua, se deshacían al menor contacto, apenas de sus uñas, ''Gente...como cierta gente...'' pensó al observar las gotas convirtiéndose en hilitos de agua cuando su uña alcanzaba su superficie. Cerró la ducha y agarró la toalla. El frío le jugaba de nuevo una mala pasada al salir de la ducha, así que intentó secarse lo más rápido posible antes de ir a su habitación, que ya estaría a una temperatura agradable debido al calefactor que había dejado prendido. Llegó a su habitación y se deslizó por las sábanas. Rodó por toda la superficie de su cama, se acurrucó abrazando sus piernas, acarició sus hombros y se zambulló en el mar de frazadas. En un momento se levantó de golpe, todavía con la toalla atada cubriendo su cuerpo y fue hasta la ventana de su habitación, a pensar simplemente, en qué hacer con su vida. Vio las ramas de los árboles agitándose con el viento, observó los cables de electricidad meciéndose, a lo lejos divisó una bandada de pájaros volando, rotundos, a través del cielo; de repente se largó a llover, así que miró las gotas que chocaban contra el vidrio, jugando carreras entre ellas hasta que llegaban al alféizar; pensó en las repercusiones de la lluvia, pensó en té de frutos del bosque, pensó en su gato blanco y negro arrebujado en el sillón tapizado de su habitación, pensó en amores, en gente, en gestos, en ella misma y volvió a pensar en la lluvia...ella, suave, endeble, vulnerable, sutil, apacible. Muy frágil y muy delicada...

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